Viernes 1 am



Una mesa, dos vasos de vino y una amiga en frente bastan para replantearme 
hasta como me llamo.
Hoy la lluvia me mojó hasta los recuerdos que no sabía que tenía.
Quizás sí me quería.
Quizás no exageraba cuando cerraba los ojos esperando un beso en la nariz 
como quien está por recibir el regalo más precioso del mundo.
Esta casa es muy blanca y me encantaría que estallen tus colores por todos lados.
Hay noches en las que cuando me voy a dormir, veo en el techo un graffiti que 
nunca nadie va a pintar. 
Nunca nadie.
Nadie nada.
Un día me regalaste un libro que dejé tirado en una pila de otros libros que mucho
 no me atraparon.
¿Por qué no me atrapás?, ¿tan difícil soy de alcanzar?
Mi talento innato es el de dar señales erróneas, querer lo contrario a lo que
manifiesto porque vaya uno a saber con qué mambo me han dado a luz. 
Es como un hobbie, un pasatiempo, un escudo para no dejarme descubrir.
Eso último se me escapó.
Puf, y pensar que este delirio místico-amoroso empezó con Jesi apretando play 
a un video de Enrique Iglesias. 
Qué asco de vida.
Una amiga, dos vasos, la mesa.
Las palabras se nos salen de la boca, del pecho, del alma. El vino se me sube a 
la cabeza y me quiero ir a donde sea que te pueda encontrar. Y una vez que 
estemos ahí, mirándonos sin mover un dedo, voy a correr y a generar sólo unos
centímetros de distancia.
Dale, atrapame.
Un espacio lo suficientemente corto como para quedar en poco tiempo desatándote
hasta las dudas. Cambiándote el orden de prioridades.
A t r a p a m e.
Tengo mar en los ojos y los 27 grados que suceden entre arena mojada y tu risa 
me devuelven al lugar al que voy a veces cuando sueño. Y ahí no genero distancia 
porque al menos con ojos cerrados me dejo fluir. Ahí no llevo escudos.
Qué blanca es esta casa.
El vino se evapora y los ojos ya se me achinaron, y riendo nostalgia vomitamos 
deseos que tenemos más cerca de lo que pensamos.
Una botella que tuvo vino, una amiga, dos vasos, la mesa.
La casa más blanca que ví.
Jesi le dió play a Enrique Iglesias y mirá donde terminamos.
Qué asco de vida.


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